“Está muy bien festejar triunfos, pero no hay que quedarse con los
resultados para valorar lo que se hace. El éxito no es sólo eso, sino las
dificultades que se pasan para obtenerlos, la lucha permanente y el espíritu de
plantearse desafíos, y la valentía de superarlos. El camino es la recompensa.”
Así se expresó el Maestro Tabárez, en ocasión del festejo por la brillante
ubicación de Uruguay en el Campeonato Mundial de Sudáfrica.
Y estoy convencido que ello resume muy adecuadamente la profunda alegría y
satisfacción que sentimos todos quienes formamos parte del Equipo D-Mentes, en
nuestra reciente participación en el Cruce de los Andes 506K non stop (12 x
42K).
El equipo
Es que allá por setiembre del año pasado, cuando recibí una llamada de
Fernando Martínez –con quien no nos encontramos frecuentemente- que me invitaba
a conformar un equipo para hacer el Cruce de los Andes, me dijo que no me iba a
negar. Inmediatamente le dije que sí, ofreciéndome también a sumar a otros
corredores. Así lo hice con dos enormes compañeros de aventuras: Víctor Trillas
y Luis “Abeja” Castro.
El equipo que se conformó contó –además de los nombrados- contó con Mariano
“Chino” Battaglia, Alejandro Chabalgoity, Osmar Telis (no pudo correr por una
fractura por stress, pero fue un excelente capitán/delegado), Ricardo “Ricky”
Ferrero (cordobés, que vía Internet se ofreció para acompañarnos y resultó un
referente ineludible para todos, dada su enorme experiencia y don de gente),
Jorge Nin (“Porteño”, como lo bautizó un competidor que compartió la
aclimatación en el refugio en la montaña), Christian Yic, Fernanda de Oliveira
y Gabriela Cabrera. Fuera de la lista, Viviana Cabrera se mandó sus 10K
apoyando a Gabriela al final de su tramo, en tanto también nos acompañaron
Marcelo Cukierman (fue pensando en correr, pero una periostitis lo dejó fuera)
y Sylvana Pérez.
Compromiso
Pese a que con la mayoría no nos conocíamos, desde un primer momento pude
percibir el enorme compromiso y motivación existente en el grupo. Algunos no
habían corrido nunca una carrera de 42K, pero se comprometieron con un
entrenamiento consistente que les permitiera llegar en condiciones, y vaya si
lo consiguieron.
La motivación fundamental la puso Florencia Machado, la “ahijada” del
grupo, que con su vitalidad y fortaleza, siempre fue una referente en todas
nuestras cabezas (¡y corazones!). Cada uno de nosotros le sumó el nombre de
personas a quienes quisimos homenajear, escribiéndolo en nuestras mochilas o
camisetas. Así, conformamos el equipo “D-Mentes” en apoyo a “Uruguay x
Livestrong” y el Instituto de Neurología del Hospital de Clínicas, buscando
promover sus actividades a través de donaciones. No tuvimos mucha suerte, pese
a las visitas y difusiones que hicimos de nuestra iniciativa.
Buscando facilitar los aspectos logísticos, pensamos en compartir un
ómnibus con el equipo conformado por Coetc, que también iba a participar. Pero
dificultades de último momento los llevó a desistir, así que … un nuevo
desafío: ¿cómo viajamos? El compromiso asumido nos llevó a financiar íntegramente
de nuestros bolsillos, todos los costos del viaje.
Finalmente, el martes 7 viajamos en Aerolíneas Argentinas a Buenos Aires,
para de allí seguir a San Juan después de dormir en Aeroparque. Llegamos al
destino, y nos trasladamos al Estadio Aldo Cantoni, donde teníamos alojamiento
de acuerdo con lo comprometido por la organización … pero los dormitorios
estaban en obras … así que finalmente terminamos en un apart hotel a 100 mts de
allí.
Rumbo a La Serena
El jueves 9 a las 5:30 emprendimos el viaje a La Serena (Chile) en una Van,
identificada con el nombre de Uruguay y conducida por Maxi y Manu, dos jóvenes
mendocinos con una paciencia increíble. Viajamos los corredores de las primeras
etapas (Chino, Alejandro, yo, Víctor, Abeja, Jorge Nin), junto a Osmar, por el
camino que posteriormente íbamos a hacer corriendo en sentido contrario. Fue un
viaje muuuyyy largo, pero lleno de imágenes increíbles de la cordillera y la
espectacular naturaleza. En el camino, dejamos a Jorge Nin en el refugio de
Arrequintín, aún en territorio argentino, a 2900 mts sobre el nivel del mar.
Pese a que en las instrucciones iniciales los competidores de las etapas 4 y 5
(Víctor y el Abeja) se quedaban en la Aduana chilena (Juntas del Toro) a 2500
mts de altura haciendo su aclimatación, finalmente también siguieron hasta La
Serena.
Anécdotas de ese viaje, hay miles. Pero como dijimos, lo que sucedió en la
montaña, se queda en la montaña. Fuera de broma, es indudable que cada uno de
nosotros fuimos privilegiados por la oportunidad de disfrutar de ese
excepcional entorno natural, pero además por la posibilidad de compartir y
crecer como personas. Pasamos de conversaciones banales a razonamientos
profundos, matizando con bromas, chistes y anécdotas de todo tipo. Compartimos
una larga jornada, para llegar alrededor de las 19:00 horas a nuestro destino.
Fuimos alojados en un hotel con comodidades mínimas, frente a una casa de
monjas donde quedó la mayoría de los equipos.
Después de comer algo en un local cercano, a la noche tuvimos la cena
previa: arroz blanco con … arroz blanco, algo de aceite y queso rallado, más
unas pocas lechugas … Desde mi época de estudiante que no comía tan mal. Y todo
con la justificación de que “es lo que comen los corredores”, en palabras de
Jorge Riveros, el organizador.
El viernes 10 hicimos algunas compras por la mañana, después de desayunar.
En especial, estuvimos buscando el famoso “destellador” … encontramos a Dardo
Segurola junto a sus compañeros argentino y brasilero.
A mediodía recibimos tallarines con tuco en el almuerzo. Cargamos la
camioneta con abundante agua para la hidratación, frutas y alimentos para un
par de días. “Pan, queso y dulce de membrillo” pedía Chabalgoity … “eso no
puede faltar”. A las 16:00 horas se hizo el acto de largada en el faro de La
Serena, oportunidad en la que fuimos entrevistados por la televisión. ¿Cámaras,
dijo? A mi juego me llamaron. Fue la oportunidad para contar el motivo de
nuestra participación, que llamó la atención a todos quienes se enteraron del
compromiso con UxL y el Inst. de Neurología. Un grupo hizo una presentación de
la “danza del león”, que según dicen es para la buena suerte.
Largamos
La Serena. La etapa 1 largó el viernes 10 alrededor de las 16:30, por la
Ruta 41, con una subida total de 410 mts. Allá se fue el Chino (2º. en los
primeros 100 metros, como dijera Osmar). Cuando subimos a la camioneta, nos
enterramos en la arena … empujándola, pudimos salir. Ya en la ruta, cruzamos al
Chino que corría junto a la única competidora mujer de ese tramo. Lo esperamos
en el camino alrededor de los 10K para sacarle fotos y brindarle nuestro
aliento, mientras quienes seguíamos ya nos íbamos vistiendo para la carrera. No
pude estar a su llegada, pues ya me llevaron a la largada del tramo 3, pero
tanto el Chino como quienes lo vieron completar la etapa, señalaron que estaba
molesto con su desempeño.
Etapa 2 – Continuó por la ruta 41, cruzando Vicuña hasta llegar a
Rivadavia, de 410 a 860 msnm. Allá se fue un debutante en la distancia reina,
Ale Chabalgoity. Salió a buen ritmo, con la premisa de llegar. Y vaya si lo
hizo, pues fue una de las gratas revelaciones. Llevó en su camiseta, el nombre
de su hermano Polito, y de un amigo (Adair Chavez).
Etapa 3 – Por Ruta 41, desde Rivadavia hasta poco después de Guanta,
subiendo de 860 a 1530 msnm. Fue mi etapa … que resultó durísima, pese a que de
acuerdo con las condiciones en las que se corre, no debería serlo tanto. Largué
alrededor de las 23:00 hs, ya en subida. Arranqué a buen ritmo pese a la
subida, pero ya a los 4K me sentía sin aire y con una enorme pesadez en las
piernas. La cabeza me volaba … las pulsaciones se me habían disparado, así que
decidí bajar el ritmo y hacer marchas rápidas, intercaladas con trotes suaves
en las bajadas. Los compañeros del equipo cruzaron en la camioneta –ya llevaban
a Ale que había completado su etapa-, y por la ventana me tiraron una botella
de agua. En plena noche, a los 10K aproximadamente me encontré a Facu, el más
joven de esta carrera (17 años), que avanzaba con dificultades. Decidí ponerme
a su lado y apoyarlo con algunas “instrucciones” de viejo. En un momento se
sacó las medias y descubrió ampollas en sus pies. Lo acompañé unos 6K, hasta
que le sugerí que esperara a la ambulancia para que lo curaran, pues en esas
condiciones únicamente iba a lastimarse más.
Así que seguí solo en la noche. Una luna brillante asomaba entre las
enormes montañas, que por momentos “oprimían” con tanta majestuosidad. Sentí
ruidos, vi sombras en la noche, identifiqué formas humanas en las piedras …
¿mal de altura? No debería ser. Creo que me pasó factura el enorme cansancio
del viaje del día anterior, más las caminatas en La Serena, más la subida y
bajada a la cordillera llegando a 4722 msnm. Completé mi recorrido (42.6K) en
6:07, un tiempo lamentable, pero dentro del máximo de la etapa. Osmar y Ale me
esperaban despiertos, en tanto el Chino dormía en la camioneta. Recibí una
preciosa medalla y la camiseta recordatoria, y nos quedamos esperando a Facu,
que llegó después de 7 horas de carrera. Lo subimos con nosotros y salimos a la
siguiente etapa.
Etapa 4 – Por ruta 41 de 1530 a 2780 msnm, cruzando la Aduana chilena
(Juntas del Toro) para agarrar piso de tierra en esos últimos 12K. La hizo
Víctor, que corría a buen ritmo cuando lo cruzamos en la camioneta, ya con el
sol iluminando la mañana. La completó con un enorme sacrificio y sintiéndose
molesto con el tiempo que puso. Según señaló, a partir de la aduana empezó a
sentirse fundido, pese a que en las subidas previas no tuvo mayores
dificultades. Un verdadero “monstruo”.
Etapa 5 – Por caminos de tierra, bordeando la preciosa laguna en la
montaña, desde 2780 a 3970 msnm. La hizo el “Abeja”. Cuando lo cruzamos, iba
bien abrigado y con la cara casi toda cubierta, para protegerse del polvo que
levantaban los vehículos que pasaban. Llegamos al punto final de esta etapa, y
encontramos al gran Ricky Ferrero, que ya estaba pronto para largar la 6ª
etapa, la más dura. El enorme calor reinante a esa hora, que contrastaba con el
frío de la madrugada, era una dificultad adicional más para los
corredores.
Mucho polvo, carretera en subida … decidimos ir a esperar al Abeja, y lo
encontramos a unos 2K. Avanzaba casi en zigzag, con un cansancio impresionante.
Empezó a contarnos algunas anécdotas: los sonidos que sentía, su caída en un
arroyito cuando fue a refrescarse, las piedras en la boca para evitar el mal de
altura … , la sensación de que otras personas estaban cerca, “la gente que lo
miraba desde las piedras en la montaña” … “Deliré”, dijo, y con seguridad lo
hizo. Una demostración más de la enorme entereza de este compañero, a quien
“tiramos a la guerra” con una etapa durísima, y que aguantó con una dignidad
impresionante. Sin dudas, es el mejor ejemplo del compromiso asumido con
nuestra causa, y que merece todo nuestro respeto.
Etapa 6 – Allá se fue Ricky, desde 3970 a 4290 msnm, cruzando el Paso del
Agua Negra a 4722 msnm, el límite preciso entre Chile y Argentina. Mientras
esperábamos al Abeja, Maxi –el conductor- nos señaló unas nubes que no le
gustaban … en un ratito, se armó una tormenta, empezó a llover e incluso nevar
en las partes más altas. Es un asunto muy peligroso, pues genera el
desprendimiento de piedras y tierra que puede interrumpir el camino (empezamos
a racionar nuestros alimentos y agua, por las dudas), e incluso representa un
riesgo muy grande para los corredores por los rayos que caen y rebotan en las
montañas. Ello llevó a cortar la etapa cuando a nuestro compañero le faltaban
2K para llegar … una lástima, pues ocupaba una buena posición. En esta zona es
prácticamente imposible correr, limitándose los competidores a marchar.
Etapa 7 – Ya en bajada, desde 4290 a 2840 msnm, poco después del refugio de
Arrequintín. Allá fue Jorge Nin, que había quedado aclimatándose un par de
días. Cuando lo cruzamos ocupaba una excelente posición, y corría con una
alegría envidiable, al extremo que nos hizo señas de que “se iba a morfar” a
quien corría en 2º lugar. Finalmente no lo pudo hacer, pero sin dudas la
experiencia vivida en esa montaña fue de las cosas más interesantes.
Tuvimos tiempo como para darnos una ducha rápida en el refugio (no todos …),
donde disfrutamos de un buen mate gracias a la gentileza de Don Fonseca (el
encargado del refugio), quien además prendió la estufa para que nos sintiéramos
más a gusto.
Etapa 8 – Nuevamente sobre asfalto, bajando de 2840 a 1800 msnm, llegando a
Rodeo. Estuvo a cargo de nuestro capitán/ideólogo Fernando. No lo vimos largar
ni llegar … fue el único caso en que nos pasó, pues las demoras en la aduana
argentina nos llevaron a seguir hasta Jáchal, pues nos señalaron que ya todos
los corredores de esa etapa habían sido trasladados hacia allí.
Etapa 9 – Bajando de 1800 a 1100 msnm, pero sobre una carretera muy
sinuosa, peligrosa dado que prácticamente no había banquina sobre la cual
correr y los vehículos pasaban muy cerca. Allí estuvo Christian, a quien
alentamos cuando lo identificamos. Nos sorprendió ver que ya estaban corriendo,
pues pensamos que se largaba después de la cena en Jáchal. Llegamos a esta
pequeña ciudad, donde se habían quedado Marcelo, Viviana, Fernanda y Gabriela,
descansando y alimentándose. Ahora sí, el equipo estaba nuevamente completo. El
reencuentro resultó emotivo y propicio para contar algunas de las experiencias
vividas. Christian llegó marcando un buen tiempo, en tanto Fernanda ya estaba
pronta para su largada.
Llegamos muertos de hambre, así que decidimos ir a cenar a un lugar recomendado
por las chicas del grupo. Nos avisaron que estaba pronta la cena ofrecida por
la organización, así que hacia allá fuimos. Eran las 23:30 … y recién estaban
prendiendo el fuego. Confieso que “me saqué”, pues me pareció una absoluta
falta de respeto con los corredores. Fuimos a cenar al lugar recomendado,
desistiendo de la cena de la organización. Otro aspecto lamentable de la
logística de la carrera.
Etapa 10 – Desde Niquivil (al lado de Jáchal) hasta Tucunucu, con una leve
bajada de 1100 a 1000 msnm, con larguísimas rectas. Nuestra compañera debutante
en 42K, Fernanda, largó de madrugada, llena de instrucciones y consejos sobre
lo que la esperaba. Resultó envidiable notar su constante alegría y buena onda,
ante tamaño desafío. La pasamos en la camioneta y fuimos hasta el punto de
llegada. Fer y Jorge N se tiraron a dormir en sus sobres, en tanto otros lo
hicieron en la camioneta, mientras Gaby se preparaba para largar su etapa.
Ya con el sol al firme, decidimos ir caminando con Viviana a esperar a
Fernanda. La encontramos aproximadamente a 1K de la llegada. Venía sintiendo
dolor en uno de sus tobillos, pero en cuanto Vivi se puso a su lado, se largó a
trotar. Llegó rodeada del aplauso de todos los compañeros, con una enorme
sonrisa. Misión cumplida.
Mientras esperábamos, Riveros (organizador) preguntó por nuestro competidor
de la última etapa. Ahí, el Chino dijo: “la corro yo”. Fue increíble, pues a
todos nos pareció una locura, pero se mantuvo firme pese a todos los “consejos”
que le dimos. ¿Cómo calificarlo? Creo que es la mejor demostración del grado de
compromiso con la causa que emprendimos. Se había quedado “con la sangre en el
ojo” en su primera etapa, así que se dedicó a descansar –en lo posible- y
alimentarse en la camioneta, a partir de allí, para largarse a correr la última
etapa. Bravo, Chino.
Mientras esperábamos, hasta pudimos preparar el mate, gracias a que Ale
consiguió agua caliente después de conversar con gente de la organización.
Creemos que con tal de no seguir escuchándolo, hasta le dejaban la camioneta …
Etapa 11 – Hasta Matagusanos, cruzando Talacasto, bajando hasta 910 msnm.
Allí largó Gabriela –otra debutante-, aún con la sombra de la noche, llena de
optimismo. La cruzamos aproximadamente a la mitad de su tramo, momento propicio
para sacarle fotos.
“Es para vos”, le gritó a Osmar cuando pasamos. La esperamos a falta de
10K, donde se quedó Viviana para acompañarla en ese último tramo. La llegada de
las compañeras fue toda una fiesta.
Etapa 12 – La última, que largó alrededor de las 7:30 hasta San Juan,
bajando a 640 msnm. Cuando cruzamos al Chino, trotaba a buen ritmo y con una
alegría envidiable pese al enorme calor que ya hacía a media mañana. Llegamos
al destino, y mientras algunos se fueron a tomar o comer algo, otros decidimos
vestirnos con el equipo y salir a acompañar al Chino. Fuimos con Ale y Fer,
pero nos olvidamos de llevar agua y dinero … Alejandro consiguió agua en un par
de oportunidades, pidiéndole a vecinos. Un ídolo, “el Gran Casca”.
A falta de 3K, venía el Chino acompañado por la ambulancia de la
organización, con música a todo volumen, y con una sonrisa envidiable. Nos
pusimos a su lado y fuimos trotando a un ritmo de alrededor de 7 minutos por
kilómetro. Envidiable notar la entereza de nuestro compañero. Desplegamos las
banderas y fuimos sumando compañeros, acompañados por el aplauso de los
sanjuaninos. Fue un momento mágico, donde creo que todos lloramos por la
emoción.
El sentimiento
Una crónica de la carrera dice: “Con el afán de superar los límites del
cuerpo y de la mente, todos los días vemos personas que, en algún lugar del
mundo, se animan a cosas que a veces suenan ilógicas. … La majestuosidad de la
Cordillera hace olvidar por momentos la falta de oxígeno, los dolores de
cabeza, el cansancio extremo, los mareos, la deshidratación. Algunas veces
cuentan que aparecen visiones, pasando del calor al frío a atravesar la línea
sutil que produce una incipiente sombra.”
Lo único que puedo agregar, es aquello de “Si no lo sentís, no lo
entendés”. ¡Y vaya si lo sentimos!
También –citando la frase de Huxley- “la experiencia no es lo que te
sucede, sino lo que haces con lo que te sucede”, puedo decir que para todo el
equipo D-Mentes, esta fue una increíble oportunidad de encontrarnos con lo
mejor de cada uno. Nuestras vidas ya no serán iguales.
Dedicado a la memoria de mi madre Cely, a mis hermanas Graciela y Estela, a
mi cuñada Claudia, a mi prima Raquel, y a la “ahijada” del grupo Florencia.
Jorge Xavier, etapa 3.
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